miércoles, 30 de mayo de 2012

Vergüenza ajena


De NoticiasSER.pe

Enviado el 30/05/2012
Carlos León Moya
Bienvenidos. Estamos en el gobierno de Ollanta Humala, el que aplica la mano dura por pura incapacidad.
Bienvenidos. El Presidente junto a su Primer Ministro, personaje extraído de la caverna de Platón a la luz política, tienen ya un bien planeado modus operandi para contrarrestar las protestas sociales. Primero, buscan arrinconar a las autoridades elegidas que están a favor de ella (llámese Gregorio Santos u Óscar Mollohuanca). Luego, detienen a los dirigentes de los Frentes de Defensa, líderes sociales más radicales y más difíciles de presionar (léase Wilfredo Saavedra o Herberth Huamán).
 
El siguiente paso es declarar Estado de Emergencia en la zona (véase distrito, provincia o región), y la cereza del postre es decir por todo lo alto –con ayuda de Andina, El Peruano, TV Perú y los amigos de la Oficina de Comunicación Social de la Presidencia del Consejo de Ministros, que financiamos con nuestros impuestos para limpiar la imagen del gobierno- que allí está, que los radicales no quieren dialogar, que deben deponer las medidas de fuerza, que el gobierno está esperando una postura abierta, que los dirigentes manipulan a la población, que la Fiscalía ha hecho su trabajo, que el Perú quiere paz, que no aceptaremos chantajes.
 
Tan inteligente estrategia podría caber en un post-it. Cada uno tiene su papel. Óscar Valdés la aplica con alucinante astucia y sale a declarar a la prensa, previo trabajo de funcionarios que se encargan de llamar a una que otra redacción de un diario para que le den una manito. El Presidente se esconde mientras la Primera Dama ataca al mundo desde su iPhone.
 
Al gobierno de Ollanta Humala le encantaría dialogar, pero bajos ciertas condiciones. Que en Cajamarca el interlocutor sea Ever Hernández. Que en Espinar los dirigentes sean un ichu y una vaca holstein.
 
Que Humala no tenga un partido sólido con operadores capaces de intermediar demandas es una cosa. Que su manejo sea tan mediocre para manejar los mismos conflictos que hace unos meses apoyaba es asunto distinto.
 
Estuve en Espinar en enero del año pasado. Aquella mañana compartían el estrado ubicado en la plaza Jorge Acurio como Presidente Regional, Óscar Mollohuanca como Alcalde provincial, Herberth Huamán como representante del Frente de Defensa de Espinar y Rubén Coa como el brazo derecho de Acurio y sonado candidato al congreso por Gana Perú. Horas antes Humala había asistido a la juramentación de Acurio como Presidente Regional. El primer destino de Acurio, luego del saludo del candidato presidencial, fue precisamente Espinar.
 
Esas son las zonas cuyo descontento Humala capitalizó. Buscó capitalizar. Lo forzó. Lo luchó. Lo consiguió. ¿Para esto? Ese 4 de enero del 2011, en la plaza, le regalaron a Coco Acurio una huaracca. “Porque representa nuestra lucha” le dijeron, y él se la cruzó en el pecho.
Ahora para el gobierno de Humala las huaraccas son de los violentistas, ¿no?
 
El problema no es técnico sino político. Es la forma en que este gobierno maneja la protesta social, que cada vez lo rebalsa más y siempre tiene la misma forma de responder. Deja que el problema crezca, y cuando finalmente estalla el gobierno responsabiliza sin ninguna vergüenza a los manifestantes que, miserias de la política, votaron mayoritariamente por él.
 
Conflictos. ¿Qué hace el señor Victor Caballero Martin? ¿Cuántos gobiernos lleva ya en ese puesto? ¿Cuántos muertos van en su gestión al frente de la Oficina de Conflictos Sociales de la PCM? Su capacidad está largamente probada: no puede solucionar un conflicto ni en su cuadra. ¿Acaso no se da cuenta? Señor Caballero, una carta de renuncia le debe tomar mucho menos tiempo que un correo lamentándose de que sus amigos lo critiquen. Y créame, con una carta de renuncia quedaría mucho mejor parado y recuperaría algo de respeto.
 
Esta vez no me interesa hablar con objetividad. En verdad siento rabia y vergüenza. Vergüenza por quienes esconden sus ahora antiguas convicciones tras las tarjetas de presentación como funcionarios públicos que usan para pavonearse frente a sus amigos. Cómo es el poder: el vértigo de sentirse en las ligas mayores les ha hecho perder el olfato, y no percibir que están medio de algo que está en franco proceso de descomposición.
 
Haber hecho campaña por el candidato presidencial de la sonrisa eterna, que envía a sus ministros a dar la cara por él para así blindar su popularidad, me genera sentimientos encontrados. No me arrepiento en absoluto de haber pedido que voten por Humala, dado que la otra opción era moralmente indefendible, pero sí me genera algo similar a una infección. Veo los afiches que conservo de Humala con Heredia, saludando con sonrisa de photoshop, y me pregunto si en casa acordaron que querían el gobierno para esto. Para ser una extensión deforme de lo que criticaban, para hacer un gobierno sin piloto que pasados diez meses me genera vergüenza ajena.

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